El hallazgo de un esturión en la laguna Coronda, en Santa Fe, a principios de octubre, ha reavivado la preocupación por la presencia de esta especie exótica en las aguas continentales de la Argentina.
Al respecto de estas apariciones de esturiones en la cuenca del Paraná, el licenciado Jorge Liotta, director del Museo de Ciencias Naturales P. Scasso de San Nicolás, recordó que el primer registro documentado es de un ejemplar capturado en el Río de la Plata data de 1999. No obstante, dijo que “ya había comunicaciones previas de pescadores y turistas que los habían pescado principalmente en el bajo río Uruguay”.
Aunque con baja frecuencia, en los años siguientes, continuaron apareciendo ejemplares de este pez en el río Paraná, a más de 750 kilómetros por agua de los establecimientos de acuicultura instalados en Uruguay, agregó el investigador en declaraciones a InfoBae.
“La especie más frecuente es el esturión siberiano. En total, los registros reunidos suman más de 20. En general, se trató de ejemplares de buen tamaño, de entre 40 cm y 1 m de longitud total, con pesos mayores a 1 kg y hasta 4 o 5 kg”, detalló.
Los esturiones son uno de los peces más antiguos que se conocen. Su origen se remonta al período Jurásico, hace 250 millones de años. Se los encuentra en los grandes sistemas fluviales del hemisferio norte (América del Norte, Europa y Asia), así como en el mar Negro y en el mar Caspio.
Como la sobrepesca y la contaminación de los cuerpos de agua han llevado a una drástica reducción de las poblaciones naturales de esturión, esto ha estimulado el avance en la piscicultura de esta especie.
En 1996, la empresa Esturiones del Río Negro S. A. (hoy llamada Black River Caviar) se estableció en Uruguay, en la zona de la represa de Baygorria, en el río Negro, convirtiéndose en pionera en la producción de caviar en América del Sur.
Consultado sobre la posibilidad de que los esturiones que escapan del criadero uruguayo y llegan al río Paraná y sus cuerpos de agua asociados se puedan convertir en una especie invasora, el doctor Pablo Scarabotti, especialista en ecología de peces del Instituto Nacional de Limnología (Conicet), explicó que hasta el momento, no debe considerárselo una especie plaga.
“Los registros son muy aislados y parecen no sostenerse en el tiempo; sin embargo, continúan apareciendo a lo largo de los años, lo que sugiere escapes reiterados”, argumentó.
Y agregó: “Si bien los esturiones tienen la particularidad de tener una altísima fecundidad que puede superar el millón de huevos, requieren de 4 a 10 años para alcanzar la madurez sexual, hecho que disminuye su capacidad como especie invasora. Aun así, deben exigirse mayores recaudos de los propietarios de los establecimientos para evitar que nuevamente ocurran fugas”.
Por su parte, Liotta indicó que “se desconoce si los esturiones pueden hacer uso de los recursos de una manera diferente a las especies nativas y desarrollar de este modo poblaciones estables”.
Además, destacó que el éxito de una especie invasora está ligado a la cantidad de ejemplares que ingresan a un nuevo ambiente, y en este caso, “se viene produciendo un goteo de ejemplares en los últimos 15 años”.
No obstante, advirtió que “el ingreso constante de individuos al ambiente a lo largo del tiempo aumenta la probabilidad de que sea exitosa la introducción”.