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Industria en guardia: sin el motor de Brasil y agobiada por “súper peso”

De manera gradual, la industria comenzaría a revitalizarse en 2017 después de tres años de caída. El sector fabril se expandirá entre 1 y 2%, según la UIA, pero con comportamientos diferentes en cada subsector. Para los industriales, la marcha de la economía brasileña y el tipo de cambio atentan contra la recuperación.

 

Por Carmen López Imizcoz

Aunque de forma moderada, la industria comenzaría a recuperarse este año después de tres años de caída. Pero los industriales advierten que la marcha de la economía brasileña y el tipo de cambio (o la suba de costos sin que el dólar acompañe) podrían complicar este proceso. En primer lugar, la economía de Brasil, tras la mayor recesión de su historia, sólo se recuperaría un 0,5% (según estimaciones privadas) este año. La industria brasileña acumuló casi 19% de caída en los últimos tres años, que la retrotrajo al nivel de 2003. Lo que pase en Brasil es crucial porque el 40% de las exportaciones industriales argentinas se destina a ese país. De ese total, un 60% son vehículos; un 30% son autopartes y el resto se distribuye en partes similares entre caucho, químicos y maquinarias.

“Brasil no traccionaría la producción local porque experimentaría un crecimiento muy bajo, pero al menos dejaría de caer”, dice el último informe de actualidad industrial de la UIA.

Sin embargo, en la Secretaría de Industria son más optimistas y esperan que el crecimiento de Brasil llegue al 1% y que así la industria argentina crezca un 3%. En cambio, según la UIA, este año el sector fabril se expandirá entre 1 y 2%, tras caer 4,9% en 2016. En 2015, había retrocedido 0,8% y en 2014, 2,6%.

Pero además de impactar en las exportaciones, la marcha de la economía brasileña afecta a las importaciones argentinas. “El único sector que exporta una parte sustancial de su producción a Brasil es el automotriz”, advierte Mariano Kestelboim, coordinador de Desarrollo Industrial en SIDbaires. El resto de las ramas industriales está afectado por las importaciones de origen brasileño. “En un escenario de estancamiento brasileño en niveles muy bajos de actividad, tras dos años consecutivos de fuertes caída, los excedentes productivos podrían enviarse a nuestro país en mayor medida, lo que agravaría la situación de la industria local”, alerta.

Para Alejandro Robba, coordinador de la carrera de Economía de la Universidad Nacional de Moreno e integrante de la agrupación kirchnerista GraN MaKro, “todo indica que Brasil no saldrá de la recesión este año” y coincide con Kestelboim en que aumentarán los excedentes de productos brasileños que ya se están volcando a nuestro alicaído mercado interno, al no existir ninguna política de administración del comercio exterior. “No sólo no vamos a exportar industria a Brasil, sino que Brasil nos venderá cada vez más”, advierte.

En segundo lugar, el llamado súper peso o atraso cambiario (o los altos costos en dólares), argumentan los industriales, complica la competencia con los importados y el acceso a los mercados externos. El Gobierno sigue sosteniendo que no existe un atraso cambiario “flagrante” (textual del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en entrevista a La Nación de este lunes). Si así fuera, argumentan, dado que el tipo de cambio es flotante, aumentaría la demanda de dólares y subiría el precio de la divisa.

También el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, reiteró la semana pasada que la relación peso-dólar, desde el punto de vista del comercio exterior, es “bastante poco relevante”. Hay que mirar el tipo de cambio real multilateral, que toma en cuenta todas las monedas relevantes para el comercio exterior argentino y que corrige por la evolución de los precios domésticos. Tras depreciarse fuerte con el levantamiento del cepo, el tipo de cambio real se mantuvo casi constante durante los últimos siete meses.

Por otra parte, en términos de competitividad sistémica, el Gobierno asegura que el país está mejor que hace un año por la reducción de los costos portuarios y de litigiosidad laboral y por la baja de la tasa de interés en dólares (crucial para el comercio exterior, que se financia en moneda extranjera), a lo cual se sumarán las mejoras en infraestructura y transporte ferroviario.

La UIA lo plantea por el lado de los costos. En su último informe de actualidad industrial plantea que, si bien el aumento del consumo interno potenciaría la producción local y los planes de infraestructura impulsarían a los sectores vinculados a la construcción, esto se da en un marco de costos crecientes: los costos logísticos aumentaron 41% el año pasado; los energéticos, entre 60% y 600%, según el tipo de usuario; los salarios, 33%; los insumos importados, 33%; y el precio del gasoil, 33%.

“Si se repite esta dinámica, con los precios de la energía que ya aseguran un piso de un 60% de incremento en este año, en un contexto de comercio global estancado y exceso de producción en Asia (menor crecimiento de China), la recuperación industrial será aún más complicada”, advierte la UIA, entidad para la cual serán claves las modificaciones en materia crediticia, tributaria y comercial.

Los sectores que arrancan

Por otra parte, los analistas coinciden en que sea cual fuere la expansión industrial de este año, será dispar por sector, como ya se está viendo. Según el Estimador Mensual Industrial (EMI) de enero, la actividad industrial de ese mes cayó 1,1% con respecto al mismo período de 2016. Se trató de la menor caída interanual en un mes desde febrero del año pasado. Esto se debió a incrementos en la industria automotriz (71%) y en la química (0,4%). Pero siguieron cayendo la industria textil (-11%), las metálicas básicas (-9,5%), el bloque de papel y cartón (-9%), la edición e impresión (-7%), los productos minerales no metálicos (-6,4%), la industria del tabaco (-4%), los productos de caucho y plástico (-2%), la industria alimenticia (-1,4%), la metalmecánica (-1%) y la refinación del petróleo (-0,1%).

En particular, la industria automotriz creció 71% en enero respecto del mismo mes del año anterior. El mayor dinamismo se dio en el segmento de utilitarios, que trepó 87,5% respecto del primer mes de 2016 medido en unidades producidas. Por su parte, los autos aumentaron 29%. Las exportaciones de autos y utilitarios crecieron 151% en enero respecto del mismo mes del año pasado.

Pero, según el Indec y especialistas del sector, enero y febrero son meses de alta variabilidad por las vacaciones y las paradas técnicas programadas. Por eso, los resultados del primer bimestre deben analizarse en forma conjunta, para lo cual habrá que esperar al 30 de marzo, cuando se difundirá el EMI de febrero.

No obstante, en la Secretaría de Industria son optimistas. Enfatizan que, tras un año de normalización de la economía, hay sectores que ya están mejorando, como el cemento, la maquinaria agrícola o la siderurgia para el segundo trimestre, destacan. Sin embargo, reconocen que deben seguir trabajando para mejorar la competitividad de cada sector y actividad.

Proceso heterogéneo

La recuperación industrial, al igual que la del conjunto de la economía, será lenta y heterogénea, anticipa Marcelo Capello, director del Ieral, que prevé un crecimiento del 3% para la economía y de cerca del 2% para la industria. Los mejores números serán para las automotrices, la maquinaria agrícola, la metalmecánica y la construcción (que se recuperará tanto en obras públicas como privadas). En el caso de alimentos y bebidas, la recuperación será lenta, acompañando la leve recuperación del poder adquisitivo y empleo, además de lo que pueda traccionar la exportación de alimentos. Las ramas industriales más sensibles a las importaciones, como los textiles, seguirán con números rojos en 2017.

Jorge Colina, presidente de Idesa, coincide con Capello respecto de la heterogeneidad de la recuperación industrial. La porción de la industria vinculada a los sectores más competitivos (moliendas, alimentos, maquinaría agrícola y agroquímicos) tendrá un crecimiento “sensible”, al igual que la vinculada a la construcción, ya que la obra pública será un factor de tracción importante, anticipa. “El otro gran motor de la industria, la siderurgia, por la sobreoferta mundial provocada por Asia, tiene un contexto internacional adverso.

La industria vinculada al consumo interno va a tener su oportunidad si baja la inflación y mejora el salario real. La gran duda es la industria más vinculada a Brasil”, sostiene.

Por su parte, Franco Roland, analista sectorial de Abeceb, prevé que el crecimiento de la industria sea en torno al 3% este año. Pero cada sector enfrentará situaciones coyunturales y estructurales completamente diferentes. Las ramas más afectadas en 2016 (automotriz, metales básicos, electrodomésticos) se recuperarán, pero sin alcanzar los niveles de producción de 2015. Por otra parte, según Abeceb, hay sectores que crecerán a partir de una mayor demanda (local o externa), como alimentos y bebidas, construcción, refinación de combustibles, biocombustibles y agroquímicos.

Finalmente, los sectores más sensibles a la competencia externa y con brechas significativas de competitividad frente a la oferta importada podrían continuar retrayéndose.

La industria rebotará impulsada fundamentalmente por la agroindustria, anticipa Matías Surt, economista jefe de Invecq. “Pero no es más que un rebote, con tres años consecutivos de caída, la industria está lejos de crecer”, advierte. “Crecer significa superar el último máximo y para eso falta bastante”, continúa. “La industria viene cayendo todos los años más que el promedio de la economía, eso implica que el sector es menos representativo y aporta menos riqueza al total de la economía. Este fenómeno se mantendrá en los próximos años”, evalúa.

Kestelboim enfatiza que la industria nacional depende principalmente de tres factores: el consumo interno, la actividad en Brasil y la administración de las importaciones. “Ninguno de los tres factores exhibe un cambio de tendencia relevante con relación a 2016”, advierte.

Si bien sectores vinculados a la actividad rural y a la construcción podrían tener una mejor performance que la del año pasado, en líneas generales, no ve un panorama de crecimiento industrial en 2017. “El consumo interno es el factor más importante para dinamizar la actividad productiva y los acuerdos de subas salariales, hasta el momento, no dan señales claras de que le vayan a ganar a la inflación”, argumenta. Por otra parte, “Brasil está estancado en un nivel muy bajo de actividad y, a diferencia de la regulación comercial del kirchnerismo que se volvía más proteccionista en escenarios de caída del consumo, en las últimas semanas se observó una aceleración de la apertura de las importaciones y la demanda siguió en baja”, subraya.

Para Robba, ningún indicador adelanta una recuperación industrial para este año y el incremento del sector automotriz en enero es “puntual”. “En el sector industrial -en particular en pymes- no ven la luz al final del túnel si siguen las mismas políticas que provocaron la crisis manufacturera actual: caída de la demanda interna, aumento de costos vía tarifas impagables, combustibles, peajes y otros servicios; sumado a una apertura de importaciones en franco crecimiento”, sostiene. “Puede haber algún sector que experimente un indicador positivo, pero de ninguna forma podrá compensar las caídas de ramas como la textil, calzado, metalmecánica, papel y cartón, entre otros”, anticipa.


Que dicen los expertos

Marcelo Capello, (Ieral)

“La recuperación industrial, al igual que la del resto de la economía argentina, será lenta y heterogénea”

Jorge Colina (Idesa)

Los sectores más competitivos (alimentos, maquinaria) tendrán crecimiento sensible, al igual que la construcción por la obra pública”

Matías Surt (Inveq)

La industria rebotará impulsada por la agroindustria. Pero con tres años de caída consecutivos, está lejos de crecer”

A. Robba (Gran Makro)

“La recuperación no podrá compensar caídas como la de textiles, calzado, metalmecánica y papel”

 

Fuente: www.cronista.com