El Consejo Federal Pesquero dispuso, por resolución Nº 3/17 que todos los barcos congeladores que se desempeñan en nuestro país utilicen líneas espantapájaros para evitar la muerte de aves marinas durante la pesca.
La medida será voluntaria hasta el 1º de mayo de 2018 y obligatoria a partir de esa fecha.
Se trata de la concreción de una iniciativa en la que Aves Argentinas trabaja desde 2008, con el objetivo de proteger a las aves pelágicas, especialmente los albatros y petreles y, a su vez, dentro de ellos, los albatros ceja negra. Las aves pelágicas son aquellas que viven la mayor parte de su vida sobre el océano.
“Es un trabajo que empezamos de cero desde 2008. Primero con investigación, luego con pruebas científicas de las medidas de mitigación y, más adelante con la gestión a nivel gubernamental” indicó Leandro Tamini, responsable del Programa Marino de Aves Argentinas y referente del proyecto Albatross Task Force Argentina, que se desarrolla con el apoyo de BirdLife International y la Royal Society for Protection of Birds.
El referente indicó, en diálogo con LA CAPITAL, que el sistema de “líneas de espantapájaros” es conocida, pero que “hubo que adaptar materiales que se consiguen acá” y que “venimos trabajando a bordo de los barcos, enseñando el uso del sistema y motivando a los tripulantes”.
Una de las ventajas del sistema es que no se trata de un desarrollo o un aparato que cada empresario debe comprar, sino que se puede realizar con ciertos elementos. De hecho en el texto de la resolución, hay un plano esquemático que muestra cómo prepararlo.
Las líneas espantapájaros se componen de una línea madre y varias líneas secundarias de colores que se mueven creando el efecto de una cortina, lo que mantiene a las aves a distancia y las protege de impactar con los cables que arrastran las redes, que es una trampa mortal para las aves marinas. Estas líneas se colocan en la popa del barco durante la operación de pesca sin afectar el trabajo de los marineros ni las artes de pesca.
Los biólogos e investigadores del equipo marino de Aves Argentinas, con la ayuda de los marineros y tripulantes de los barcos, demostraron la eficiencia de las líneas espantapájaros para reducir estos impactos en más del 90% y desarrollaron un dispositivo que reduce los enredos entre las líneas y los cables de arrastre, principal problema que tiene la operatoria de las líneas a bordo.
En los últimos meses el Albatross Task Force Argentina de Aves Argentinas, con el apoyo de la Subsecretaría de Pesca de la Nación, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), la Universidad de Mar del Plata (IIMyC–CONICET) y la Fundación Vida Silvestre Argentina, desarrolló un proyecto de resolución para el uso de las líneas espantapájaros en buques arrastreros congeladores merluceros, que fue aprobado por unanimidad la semana pasada por los integrantes del Consejo Federal Pesquero, lo cual es una gran noticia y un motivo de festejo en toda la comunidad conservacionista.
Hoy en día, la captura incidental por parte de las flotas pesqueras es casi la única amenaza de los albatros y petreles en el mar. Se estima que, por las colisiones contra los cables de arrastre de las redes de pesca, mueren anualmente entre 8 mil y 19 mil albatros ceja negra (la especie más afectada, presente en el billete de $50), además de otras aves marinas solo en buques de la flota congeladora merlucera que operan en Argentina.
Según explicó el biólogo Tamini, con asiento en Mar del Plata son 12 los buques afectados a la actividad. En el país, llegan a 25 aproximadamente. “Pero son embarcaciones muy grandes, que trabajan todo el año y tienen una gran capacidad”.
La interrelación con estas embarcaciones y las artes de pesca es la principal causa de mortalidad y lo que está poniendo en peligro a las aves pelágicas. “Las aves se sienten atraídas por el evicerado. Es una fuente de comida muy grande y van medio desesperados. Es en ese contacto en el que muchos ejemplares mueren”.
Las poblaciones de Albatros de ceja negra “se reducen, quizás un punto por año, pero a esa tasa en cien años puede desaparecer la población entera” apuntó.
En ese sentido señaló que “se trata de una especie que se mueve entre el sur de Brasil, el Océano Atlántico y hasta Chile, pero su epicentro, donde anida el 75% de la población es en Islas Malvinas” y reflexionó que “tenemos una responsabilidad sobre ellas, porque en el Mar Argentino es donde encuentran todo lo que necesitan para vivir: encuentran pareja, pueden reproducirse, encuentran comida”.
Fuente: www.lacapitalmdp.com