Lo hizo después de que representantes de Santa Cruz, Chubut y Tierra del Fuego llegaran a un acuerdo con el gobierno de Macri.
Las tres provincias peronistas tienen problemas financieros y debieron aceptar el DNU de la polémica. Los que avalaron el acuerdo eran en su mayoría ultracristinistas, además del senador chubutense que responde al gobernador de Chubut.
Das Neves, quien se había mostrado firme y seguro de poder lograr la vuelta de ese beneficio extraordinario se chocó con la realidad económica que atraviesa su provincia y el camino de la amenaza podía costarle más caro a su gestión que resignar el reclamo.
De ésta manera, María Eugenia Vidal consiguió una silenciosa victoria porque la eliminación de reembolsos benefició a los puertos de Mar del Plata y Bahía Blanca que con su aplicación a los puertos del sur, quedaba en desigualdad de condiciones para atraer inversiones o peor aún, podía seguir perdiendo empresas que se retiraban para instalarse en el sur.
El gobierno de Vidal no salió publicamente de manera fuerte como sí lo hizo el gobernador de Chubut, pero a partir del pedido de un concejal marplatense de Cambiemos, Lucas Fiorini, que luego llegó a la legislatura, el pedido de mantener la eliminación del DNU se fué haciendo sólido en argumentos.
Tanto los argumentos de los gobernadores patagónicos como de Buenos Aires son entendibles y hasta justos, pero contraponen la igualdad de condiciones. Los puertos patagónicos tienen costos más altos operativos que los de Buenos Aires. Fundamentalmente la mano de obra y la logística. Pero el problema es que en realidad, los reembolsos lo que hacen es subsidiar una actividad que no es lo suficientemente rentable. La diferencia la termina poniendo el Estado Nacional con aporte de todo el país.
Parece mucho mas simple recibir un subsidio que generar nuevas industrias y capacitar a un sector de la población productivamente activa en otro rubro cuya rentabilidad sea lo suficientemente favorable para autosostenerse.
Fuente: La Prensa / Redacción AP