El valor de las exportaciones pesqueras de Brasil cayó un 34 % interanual en el primer trimestre de este año, a USD 28,3 millones, después de tres años consecutivos de crecimiento.
El volumen exportado también sufrió una fuerte disminución, atribuida en gran parte a la suspensión autoimpuesta para las exportaciones de productos pesqueros a la Unión Europea, situación que está creando tensión entre los empresarios del sector y el Gobierno federal.
Representantes de la industria explican que la decisión del Gobierno brasileño de suspender la emisión de certificados sanitarios para los productos pesqueros destinados al bloque económico europeo, en vigor desde el 3 de enero, no solo está impidiendo las ventas a Europa, sino que afecta a todo el mercado.
La medida fue anunciada el pasado 26 de diciembre por Luís Rangel, secretario de Defensa Agropecuaria del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (MAPA), con el objetivo de evitar la posible suspensión unilateral por parte de la UE.
Según estadísticas de la Secretaría de Comercio Exterior (Secex /Mdic), entre los principales estados exportadores, las mayores caídas del volumen exportado se registraron en Pernambuco (94,7 %), Espírito Santo (89,4%), Rondônia (88,5 %), Bahía (79,4 %), Rio Grande do Norte (74,7 %), Rio Grande do Sul (61,5 %) y Santa Catarina (38,9 %).
Si bien esta baja no debe atribuirse exclusivamente al cierre del mercado europeo, los empresarios consideran que la situación actual es alarmante.
Paulo Gonçalves, director del Sindicato de las Industrias del Frío y de la Pesca de Ceará (Sindfrio/CE), sostiene que la suspensión de exportaciones podría entorpecer la pesca de langosta, que comienza en junio, después del período de veda, y afectar la credibilidad del país.
La medida adoptada por el Gobierno federal también está acarreando otros daños colaterales, señalan representantes del sector.
De acuerdo con el presidente del Colectivo Nacional de Pesca y Acuicultura (Conepe), Alexandre Espogeiro, otros países importadores de pescados brasileños ya están queriendo negociar el precio de sus compras, informa Tribuna da Norte.
“Estamos muy preocupados. El mercado sabe que estamos sin poder suministrar a Europa y por eso tenemos una mayor oferta disponible. Esto está perjudicando las ventas en el ámbito nacional e internacional”, subrayó.
Algunas empresas ya sienten una caída del 30 % en el valor ofertado por sus productos, agregó.
Uno de los aspectos que cuestiona el sector es que la prohibición afecta a todos sus segmentos, incluso a aquellos que no están vinculados de manera directa con la alimentación. Este es el caso, por ejemplo, del negocio de la piel de tilapia, un producto que se exporta en su totalidad a Europa para la industria química y farmacéutica.
Por su parte, el presidente del Sindicato Industria de la Pesca, Dulces y Conservas Alimenticias de Río Grande del Sur (Sindipesca), Torquato Pontes Netto, sostiene que las tratativas con el Ministerio de Agricultura no evolucionan como deberían, y esto está afectando en gran medida al sector pesquero.
“Estamos siendo perjudicados por el sufrimiento financiero y el desgaste emocional. Las reuniones ocurren, pero ya estamos en el cuarto mes de embargo y no tenemos una solución presentada”, señaló.
“La autoridad brasileña está acorralada. Suspendió la emisión de certificación como una forma de no recibir una prohibición de la Unión Europea, pero lamentablemente no tomó ninguna medida efectiva para resolver la situación, y lo que estamos viendo ahora es el bloque europeo a punto de solicitar el embargo. Si eso sucede, será un desastre”, advirtió el empresario.
Cabe destacar que, por primera vez desde 2009, Brasil no estuvo representado en la importante feria internacional que se celebra en Bruselas, la Seafood Expo Global. El año pasado, el stand brasileño en ese evento contó con 31 empresas expositoras y tres asociaciones.
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