Por Roberto García Moritán @RGarciaMoritan
Anuarios estadísticos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) informan que anualmente se consume en el mundo 2,7 millones de toneladas de calamar.
De acuerdo con fuentes del gobierno chino, sus buques capturan entre el 60% y el 70% del desembarque de calamar en aguas internacionales.
Sobre esta base, es probable que una proporción similar se mantenga en el Atlántico sur e incluye la pesca en la milla 201, la pesca ilegal en el mar argentino y la realizada con las cuestionadas licencias del Reino Unido en aguas circundantes a Malvinas.
En la última década el incremento de la presencia de la flota china ha sido sorprendente y el volumen de pesca, alarmante. Ha aprovechado épocas de abundancia, como el 2015, y se ha beneficiado incluso en períodos de bajo registro como fue, por ejemplo, el 2016, logrando un notable mejor resultado al obtenido por Argentina operando en su zona económica exclusiva (ZEE).
Diversos informes permiten entender el predominio chino en la pesca del calamar en particular en zonas tan distante como es el Atlántico sur. También las ventajas artificiales con las que gozan, por ejemplo, con subsidios al combustible y a la producción industrial, regímenes laborales muy cuestionables y sin aranceles en los mercados de destino.
La revista Science ha señalado que, sin estas distorsiones, la mayoría de la pesca china no sería rentable a las tasas de explotación vigentes. La misma observación la realiza Science Advance en una nota de Enric Sala que afirma que el 54% de la pesca china sería deficitaria sin subsidios. National Geographic ha informado que esa práctica, que ha dotado a China de una sobrecapacidad pesquera, es cuatro veces superior a las ganancias.
Fuente: Infobae