Una investigación sobre el impacto del cambio climático en las criaturas marinas y las personas que dependen de ellas, realizada por Reuters como parte de su serie Ocean Shock, revela un impacto arrasador de la acuicultura en Borneo.
Distintos temas que Reuters ha investigado alrededordel mundo y pueden ser leídos en su página web. (Foto: Reuters / Ocean Shock)
El estudio muestra que una zona que albergaba mangles – árboles amantes del agua salada que anclan una red de vida que abarca desde las larvas de peces que eclosionan entre sus raíces submarinas hasta los hornbill, que graznan en su corona-, ha sido despejada. Ahora, en lugar de estos manglares tan beneficiosos, solo hay una franja de tierra despojada llena de troncos caídos, tan grises como fósiles.
Los manglares pueden ayudar a mitigar el impacto del aumento del nivel del mar: sus sistemas de raíces de múltiples niveles atrapan el sedimento para elevar la tierra a su alrededor en relación con las olas que las invaden. (Foto: Reuters / Ocean Shock)
Una empresa malaya ha arrasado franjas de manglares en la tierra natal de los Tombonuo, en el norte de Borneo, para hacer espacio para estanques revestidos de plástico llenos de millones de langostinos.
En la compañía, Sunlight Inno Seafood, los langostinos son engordados durante tres meses. Después son recogidos en redes, congelados rápidamente y almacenados en contenedores refrigerados de 40 pies que se cargan en buques para transportarlos a puertos distantes.
Los árboles de mangle que dan vida alguna vez estuvieron en este lugar. Fueron cortados para dejar espacio para una granja de langostinos en este rincón de Borneo. (Foto: Reuters / Ocean Shock)
El proyecto representa solo un punto en la industria acuícola global, una de las fuentes de proteínas de más rápido crecimiento en el mundo. Al desplegarse en Asia y en todo el mundo, esta revolucionaria actividad podría ayudar a mitigar los impactos del cambio climático, o empeorarlos más.
Área totalmente arrasada en su forestación para albergar una nueva granja de langostinos. (Foto: Reuters / Ocean Shock)
A medida que la acumulación de gases de efecto invernadero que atrapan el calor hace que los océanos del mundo se calienten, los ecosistemas que se formaron hace cientos de miles de años están cambiando drásticamente en menos tiempo del que dura una vida humana. En todo el planeta, los peces y otras criaturas marinas se ven obligados a buscar desesperadamente aguas más frías. Incluso los corales se están moviendo: algunos arrecifes japoneses se están expandiendo hacia el Norte, a un ritmo de casi nueve millas por año, según los investigadores.
Los científicos temen que un destino similar pueda afectar al Triángulo de Coral, un inmenso país de maravillas submarinas al este de Borneo, dotado de un tesoro de biodiversidad comparable a las selvas tropicales de la cuenca del Amazonas. Millones de personas dependen de su generosidad para sobrevivir, una gran parte de ellos son malayos, que comen un promedio de 125 libras (56,7 kg) de pescado cada año, más del doble del promedio mundial.
El líder de la aldea, Matakin Bondien, inspecciona un arroyo por donde fluyen las aguas residuales de la granja langostinera Sunlight Seafood en la isla de Borneo.(Foto: Reuters / Ocean Shock)
Hace 40 años, solo el 5 % de la producción mundial de pescado provenía de la acuicultura. Tras décadas de rápido crecimiento, la acuicultura alcanzó un punto de inflexión en 2013, según la FAO, cuando la cantidad de peces producidos en jaulas, tanques y estanques superó el tonelaje de peces silvestres procedentes de lagos, ríos y mares consumidos por la gente.
Desde mediados de la década de 1970, la industria acuícola ha conducido a la destrucción de más de 1,3 millones de acres (526.000 ha) de manglares en Indonesia, Tailandia, Vietnam, India, Bangladesh, China, Brasil y Ecuador, según un documento publicado en 2013 en el Bulletin of Marine Science.
Un trabajador alimenta meros gigantes en el criadero del Instituto de Investigación Marina de Borneo. Los investigadores están estudiando cómo los peces responden a aguas más ácidas. (Foto: Reuters / Ocean Shock)
Los desechos no tratados y las epidemias de enfermedades que matan a los langostinos y camarones significan que las ganancias pueden ser de corta duración: un estudio publicado este año identificó más de medio millón de acres de estanques de langostinos abandonados solo en Indonesia.
Sin embargo, algunos gobiernos de países del Sudeste Asiático y América latina han llegado a la conclusión de que vale la pena sacrificar más manglares a cambio de los ingresos de exportación y del empleo que pueden generar los proyectos. Entre ellos se encuentra el estado malayo de Sabah, que es socio de Sunlight Inno Seafood.